viernes, 18 de septiembre de 2009









jueves, 17 de septiembre de 2009

trabajo 3

Susan Sontang estudiaba la relación entre las imágenes, en particular las relativas a la violencia y las guerras, y el impacto que causaban en el espectador. Precisamente ése es de nuevo el tema de su último ensayo publicado, Ante el dolor de los demás, del año 2003. El punto de partida, es importante destacarlo, es un profundo sentimiento de compasión, de empatía ante el sufrimiento ajeno, de necesidad de analizar y desentrañar el significado profundo del dolor y el cómo reaccionar ante él. Todo ello en el nuevo contexto tecnológico de los últimos tiempos, que ha hecho que, gracias a la fotografía, el cine o la televisión, estemos familiarizados, en realidad desde nuestras casas, con las imágenes más terribles que la maldad humana pueda llegar a provocar. En la portada, una muestra de uno de los ejemplos históricos más interesantes e impresionantes sobre el tema, Los desastres de la guerra de Goya.

A partir de ahí, la autora desgrana una serie de reflexiones que constituyen un ejercicio de análisis sobre la guerra, la violencia y la capacidad de la imagen para influir, o no, en nuestra reacción ante dichos fenómenos. El tema es de una palpitante y lamentable actualidad, con múltiples ramificaciones sobre el uso y abuso de dichas imágenes, su función y su utilidad.

Tradicionalmente se parte de la idea de que las imágenes de la guerra provocarán necesariamente en el espectador una denuncia y un rechazo de la misma. Sontag se remonta a una conocida polémica al respecto en los años treinta, a propósito de las imágenes sobre la guerra española en la prensa inglesa, que Virginia Woolf utiliza para recordar que la guerra ha de evitarse

Pero, como recuerda la autora, la cuestión no es tan lineal. En primer lugar, sobre la reacción. Es decir, las imágenes pueden ser una condición necesaria, pero desde luego no son suficientes para una reacción. Para provocar esta última, es precisa una reflexión, una narración añadida. En ese sentido, la obra citada de Goya es particularmente interesante, pues la imagen se ve acompañada de un comentario, por breve que sea, que induce a pensar. Por otra parte, tampoco hay una correlación necesaria entre más imágenes y más capacidad de reflexión. De hecho, en algunos casos y quizá más en relación con la televisión que con la fotografía (lo podemos comprobar a nuestro alrededor), cabe la duda de si la saturación de imágenes no puede incluso provocar insensibilidad.

También la relación imagen (fotográfica) la memoria es compleja. Por una parte, es evidente que la imagen ayuda a la preservación de la memoria. Ahí está, en diferentes circunstancias históricas, el valor de esos auténticos iconos, testimonios de la barbarie del siglo XX (el miliciano republicano captado en el presunto instante de la muerte, el hongo atómico, los supervivientes de los campos de concentración nazis, los críos desnudos huyendo del napalm, las fosas comunes en tantos, demasiados lugares). En ese sentido, los museos de la memoria juegan un papel fundamental, por su capacidad de evocación y denuncia, por ejemplo en relación con el Holocausto. Pero también ahí entra en juego la política y sus distintos intereses y en el libro se nos recuerda certeramente que todavía no existe en todos los Estados Unidos un Museo sobre la Esclavitud. Acercándonos a nuestra historia reciente, podríamos hablar del tan necesario y ni siquiera planteado Museo del Franquismo.

Siguiendo con la memoria, S. Sontag plantea otro tema sugerente. La memoria es imprescindible y el recordar tiene una evidente dimensión ética: “Insensibilidad y amnesia parecen ir juntas”. Pero apunta que dada la inmensidad de la injusticia, “recordar demasiado (los agravios de antaño: serbios, irlandeses) nos amarga. Hacer la paz es olvidar.”

En fin, un libro sugerente de principio a fin, cuya lectura puede ser un pequeño homenaje póstumo a una de las voces más libres y progresistas de las últimas décadas.

Ahora bien, ante la presencia de una imagen frente a nosotros, en este caso una fotografía, podemos otorgar ciertos juicios, es decir, podemos cualificar a ésta de linda, fea, horrible, hermosa, bella o también podemos tener una postura analítica. Esta actividad otorgadora de juicios que realizamos es una acción o experiencia puramente estética. Pero ¿qué es un juicio estético? Para responder a esta pregunta primero hay que hacer una pequeña reseña acerca de qué es la estética y de que se encarga, es decir, cual es su objeto de estudio, tarea para nada fácil ya que existen diferentes posturas conceptuales, muchas de ellas contrapuestas, como sucede en el campo de las ciencias o disciplinas humanas, de las cuales proseguiré a elegir solo algunas. La estética es la rama de la filosofía que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza. Formalmente se le ha definido también como "ciencia que trata de la belleza de la teoría fundamental y filosófica del arte". La palabra deriva de las voces griegas (aisthetikê) «sensación, percepción», de (aisthesis) «sensación, sensibilidad», e (ica) «relativo a».

En sintéticas palabras se puede decir que la estética estudia las razones y las emociones estéticas, así como las diferentes formas del arte. La Estética, así definida, es el dominio de la filosofía que estudia el arte y sus cualidades, tales como la belleza, lo eminente, lo feo o la disonancia. Desde que en [[1750](en su primera edición)y 1758 (en su segunda edición publicada)] Baumgarten usó la palabra "estética", se la designó como: "ciencia de lo bello, misma a la que se agrega un estudio de la esencia del arte, de las relaciones de ésta con la belleza y los demás valores".La estética es la ciencia que estudia e investiga el origen sistemático del sentimiento puro y su manifestación, que es el arte, según asienta Kant en su "Crítica del juicio". Se puede decir que es la ciencia cuyo objeto primordial es la reflexión sobre los problemas del arte.

Si la Estética es la reflexión filosófica sobre el arte, uno de sus problemas será el valor que se contiene en su forma de manifestación cultural, y aunque un variado número de ciencias puedan ocuparse de la obra de arte, sólo la Estética analiza filosóficamente los valores que en ella están contenidos.

Según el filosofo Friedrich Nietzsche la estética y su experiencia es la única que nos puede devolver la posibilidad de permanecer en la vida, es la afirmación de la vida, ya que todo lo que vive vive en apariencia, en la ilusión, en la mentira, en el engaño, y es el arte el que crea estas condiciones de vida; de otro modo la experiencia de lo horrible nos conduce a la parálisis, a la inacción, a la negación de la vida, a la desesperación.

Es el arte y nada más que el arte lo que más posibilita la vida, el gran seductor, el gran estimulante de la vida y creador de la ilusión de realidad. “El arte o la mentira son indispensables para vivir debido al carácter horrible y problemático de la existencia”.

El mundo como obra de arte así concebida, se justifica así misma: en cada instante se produce el devenir de las apariencias y los que formamos parte de esa obra de arte alcanzamos nuestra más alta dignidad “en nuestro significado de obras de arte”, y solo en la medida en que este mundo y todos los objetos que lo componen pueden ser considerados obras de arte, pueden ser justificados. El sentido, el valor de las cosas sólo es posible gracias al acto creador. El acto de creación es el que proporciona el sentido y el valor.

En ésta actividad estética es entendido el arte en sentido amplio: la naturaleza se comporta como un artista. El hombre copia esta actividad de la naturaleza; la acción del hombre en general es también de naturaleza estética en tanto en cuanto su hacer es proyección de apariencias. “solo en el acto de creación hay libertad”.

El poder artístico, como forma de amor, acaba embelleciendo el objeto, añadiendo en él sensualidad, pues el artista ve las cosas con más fuerza, más sencillez, más plenitud, “del mismo modo que el hombre ve a la mujer”. El estado estético provoca un hacer de perfección, un ver con perfección. El arte, como el amor, hace que el mundo parezca perfecto, pleno.

Ahora que se tiene un breve pantallazo conceptual acerca de lo que es la estética se puede dar a conocer en este trabajo a qué me refiero cuando hablo de “juicio estético”, y para ello citaré a Immanuel Kant, unos de los grandes pensadores de la historia que hizo un gran aporte sobre el tema que estoy tratando con su obra “critica del juicio”.

Kant en su crítica del juicio busca fundamentar la estética, él la supone algo fuera de conocimiento y de la moral, como algo especial. El juicio estético, según Kant, deja subsistir libremente lo que existe fuera y, está dictado por el placer que se espera conseguir del objeto como tal, al margen de cualquier otra consideración pues el objeto tiene su objetivo en sí mismo. Esto coloca al juicio estético en una posición independiente, el objeto no tiene como base un concepto, sino que éste se relaciona directamente con el sentimiento en el sujeto. Pero además también lo hace desinteresadamente, la satisfacción estética no tiene interés, en diferencia de los otros juicios, sólo se complace con la contemplación. Hasta el momento en que Kant intenta encontrar un principio para la estética, para que sea independiente, nunca nadie se había planteado esta tarea. Simplemente el arte o era un problema del conocimiento o lo era de la moral, pero nunca algo que pudiese fluir por sí mismo. Aquí es donde radica la importancia de Kant dentro de la estética.

Los juicios de gusto son sintéticos a priori porque establecen una relación entre la representación y el estado sentimental del sujeto y su carácter de desinterés y la pretensión de universalidad así lo certifican.

Los juicios estéticos según Kant, expresan un modo de sentir las cosas por lo que el a priori estético será el a priori de la idea, la finalidad. La finalidad estética es objetiva, no concibe objetos, ni concibe fines de la naturaleza, sujeto es el estado del espíritu, es una finalidad subjetiva. La finalidad estética es una finalidad sin concepto. No le interesa el concepto del objeto, que es la causa de la existencia del objeto. Tampoco es la finalidad que se busca en lo agradable y útil, porqué ésta busca un fin determinado y un interés que nos hace desear el objeto. Tampoco es el bien en sí, porque el bien es un concepto que determina el juicio ético. Por tanto, la finalidad estética es una finalidad sin fin. Lo bello, el arte no es ni bueno, ni útil, ni malvado, ni es un oficio ni un artificio, etc. Sin embargo tiene una finalidad y es espíritu y libre juego. La finalidad estética se refiere a la conciencia misma, a toda ella, sin escisiones, ni determinismos, por ello es una finalidad sin fin.

Así pues, el juicio estético tiene su base en el sentimiento y este sentimiento encuentra su principio en el idealismo de la finalidad.

El juicio estético es un juicio de valor, distinto por consiguiente, no sólo de los juicios de existencia sino también de los demás juicios axiológicos, pero mientras en estos hay satisfacción de un deseo o correspondencia con la voluntad moral, en la adecuación de lo bello con el sujeto, en el juicio estético, por el cual encontramos algo bello, no hay satisfacción sino agrado desinteresado. El desinterés caracteriza la actitud estética en el mismo sentido en el que el juego es la actividad puramente desinteresada, la complacencia sin finalidad útil o moral. Por eso lo estético es independiente y no puede estar al servicio de fines ajenos a él. Lo bello no es reconocido como un valor absoluto, sino que tiene sólo relación con el sujeto. La prioridad del juicio estético requiere, a pesar de su referencia al sujeto, el desprendimiento en éste de cuanto sea ajeno al desinterés y a la finalidad sin fin.

Una vez resumido lo que es el juicio estético en Kant, la pregunta a contestar sería: ¿es para Kant la naturaleza, lo natural estético?

Según Kant, aunque la imaginación cree “otras naturalezas”, otros mundos para la contemplación estética, estos se nutren de la naturaleza propia. El sentimiento que objetivamos y llamamos belleza, sublimidad, etc. No puede contener otra cosa que naturaleza y moralidad.

El producto del arte debe parecer, dice Kant, un producto natural, así como el producto natural bello debe parecer un producto del arte. El sentimiento estético no puede tener más contenido real que naturaleza y moralidad. El arte debe atenerse a la naturaleza y para el hombre moderno, la naturaleza, muchas veces, supera en belleza y esplendor estético al arte más refinado y genial.

“La naturaleza es bella cuando al mismo tiempo parece ser arte, y el arte no puede llamarse bello más que cuando, teniendo nosotros conciencia de que el arte, sin embargo parece naturaleza”. Para Kant, la naturaleza es un principio fundamental de lo bello, de lo estético, es más, opina que el que es capaz de tomar un interés inmediato en la belleza de la naturaleza, éste posee un alma buena, y está en disposición de poseer un espíritu favorable al sentimiento moral. “Esa superioridad de la belleza natural sobre la del arte, que consiste, aún cuando éste sobrepuje a aquella según la forma, en despertar sólo un interés inmediato, concuerda con el más refinado y profundo modo de pensar de todos los hombres que han cultivado su sentimiento moral”.

Además, la naturaleza se muestra como arte no por casualidad, sino intencionadamente, como conforme a la ley y como finalidad sin fin, y éste fin, no es externo, no está fuera del hombre, sino que lo buscamos dentro de nosotros mismos, en la determinación moral.

Kant expone claramente porque el arte bello no está unido en nuestro interés inmediato como lo está la naturaleza bella y esto ocurre porque el arte es una imitación de la naturaleza que llega a la ilusión (belleza natural) o es un arte encaminado a nuestra satisfacción.

En Kant la naturaleza tiene un importante papel en la estética, sin ella no sería posible el arte, porque el hombre crea, hace arte partiendo de lo bello inmediato que es la naturaleza.

El pensamiento se mezcla y se deja llevar por la naturaleza al mismo tiempo que el placer y el goce son justificados, siendo que naturaleza y libertad, sensibilidad y concepto, están en Kant, en el mismo nivel, tienen los mismos derechos y son una unidad indisoluble.

Hegel al contrario de Kant opinaba que lo bello artístico es superior a lo bello natural, porque es un producto del espíritu. Al ser superior el espíritu a la naturaleza, su superioridad se comunica, se transfiere a sus productos. Cualquier cosa por extraña o negativa que parezca, si participa del espíritu es, mejor y más elevada que cualquier producto de la naturaleza.

Lo bello artístico debe su superioridad al hecho de que participa del espíritu, y, por consecuencia, de la verdad, de suerte que lo que existe, sólo existe en la medida en que debe su existencia a lo que le es superior y no a lo que es en sí, y sólo posee lo que posee, gracias a lo que es superior. Sólo lo espiritual es verdadero. Lo bello natural, es sólo un reflejo del espíritu. Sólo es bello en la medida que participa del espíritu.

Según Hegel la relación que existe entre el arte y lo natural no es de simple vecindad, pues sólo es bello aquello que encuentra su expresión en el arte, en tanto sea creación del espíritu. Lo bello natural no merece este nombre más que en la medida en que participa del espíritu, está relacionado con él.

Dice Hegel que cuando el hombre imita la Naturaleza en el arte lo único que consigue es ofrecer una caricatura de la vida. ¿Qué valor, tiene el reproducir cosas que observamos diariamente en lo que nos rodea? Esto sólo puede producir apariencia de realidad.

El objetivo de imitar a la Naturaleza es el de recrearse, demostrar una habilidad capaz de copiar lo más perfectamente posible lo que se está observando. Se busca el imitar a Dios, fuente de la creación. Esto sólo puede producir una satisfacción momentánea y luego aburrimiento. El hombre encontrará mayor satisfacción al reproducir algo que fuera suyo, algo íntimo, que sólo él pudiese decir: esto es sólo mío, no es una imitación. El hombre muestra mejor su habilidad realizando obras que nacen de su espíritu que no en la imitación de la Naturaleza.

Suponer que el fin del arte es la imitación de lo que ya existe es privar al arte de su libertad, de su poder de poder expresar lo bello.

El querer reproducir la Naturaleza en el arte es algo subjetivo, es el interés propio, personal de mostrar una habilidad y destreza al hacerlo y no tiene en cuenta el valor objetivo de lo que se quiere reproducir. Al imitar, el hombre no pasó de los límites de lo natural, mientras que el contenido debe ser de Naturaleza espiritual.

Hegel opina que el hombre se debe fijar en la naturaleza para aprender lo que se desprende de ella; los colores, la luz, etc. Para poder luego plasmar esos contrastes de luz, esas sombras en el lienzo. Cuando el arte tuvo momentos de arbitrariedad y decadencia hubo movimientos para volver al naturalismo. Hegel opina al respecto, que por loables que sean esas tendencias, el naturalismo no podrá ser nunca la base substancial del arte, y si este debe ser natural en sus intenciones e inclinaciones, nunca debe ceñirse estrictamente a la mera representación de la Naturaleza exterior, imitándola de manera perfecta, pues el fin del arte es otro.

Lo natural no debe ser la regla, la ley suprema de la representación artística. Así como pretender que el contenido de una obra, en tanto que contenido, sea tomado de la Naturaleza, es pretender que la imitación de la Naturaleza es el fin del arte y esto es un error. “El arte debe, pues, tener otro fin que de la imitación puramente formal de lo que existe, imitación que no puede dar nacimiento más que a artificios técnicos, que no tienen nada en común con una obra de arte”.

El objetivo de la imitación de la Naturaleza es satisfacer el recuerdo. Lo que el arte exige no es sólo satisfacer el recuerdo, sino también el alma. El arte al representar al hombre en unión con la Naturaleza, tiene por efecto, elevar al hombre por encima de la Naturaleza.

Bajo el aspecto de objeto la obra de arte no es tal. Es obra de arte porque es espiritualidad, porque ha recibido el bautismo del espíritu, y representa algo que participa del espíritu, que es atributo del espíritu. La superioridad de la obra de arte consiste, en qué lo natural, aunque dotado de vida, perece, y la obra de arte perdura por estar impregnada de espíritu.

El interés humano, el valor espiritual de un acontecimiento, de un acto en su evolución y determinación, son captados por la obra de arte, que los hace resurgir de una manera más pura y transparente que en la realidad corriente. Por esto la obra de arte es superior a cualquier producto de la Naturaleza que no ha efectuado este paso por el espíritu. Todo lo que pertenece al espíritu es superior a lo que existe en estado natural.

Según Hegel las creaciones del espíritu representan más honor para Dios que los productos de la Naturaleza. En el espíritu lo divino se manifiesta por medio de la conciencia y a través de la conciencia. En la Naturaleza, lo divino atraviesa también un medio, pero este medio es externo, un medio sensible, que como tal es inferior a la conciencia. En la obra de arte, lo divino, es creado por un medio muy superior. De esto se desprende que la obra de arte no sólo es obra humana, ya que Dios actúa sobre el hombre de una manera más de acuerdo con la verdad que en lo natural.

Las cosas de la Naturaleza se contentan con ser, mientras que el hombre al poseer conciencia se desdobla: él es una vez, pero es para él mismo. Por ello el hombre a la vez que se descubre interiormente, toma conciencia de sí mismo, toma conciencia de que esta relacionado con el mundo y así como intenta cambiarse a sí mismo, intenta cambiar el mundo como parte de él que es, intenta dar al mundo su sello personal. A través de las cosas externas trata de encontrarse a sí mismo, por eso no se conforma en sí como le ha hecho la Naturaleza e intenta por medio de la cultura espiritual realzar su valor.

El hombre, por medio del arte, de la obra de arte, que es su autor, intenta desdoblarse, exteriorizarse, de ahí la necesidad que tiene el hombre de crear arte.

Entonces, al contemplar una imagen, en este caso las fotografías de la cárcel de Irak, intuitivamente realizamos juicios estéticos sobre ellas, las cargamos de nuestras apreciaciones subjetivas y les damos el papel de obras de arte ya que sin contemplador éstas no existirían, son producto del pragmatismo. Como se mencionó anteriormente esta acción o experiencia estética es desinteresada, no tiene objetivos a fines, es sólo la acción de apreciar por apreciar sin una búsqueda de utilidad mediata o inmediata ni análisis teórico o frívolo, en la experiencia estética se ponen en juego los sentimientos inmediatos del sujeto. Al observar las reacciones de los que contemplan las fotografías de Abu Ghraib se pueden encontrar varias reacciones, desde asco, desprecio hasta la total indiferencia hacia las mismas. Esto se debe, ya se ha dicho, a que la valorización de la imagen depende en primer grado de la apreciación subjetiva del sujeto y luego la apreciación se vuelve común a muchos, por decirlo de algún modo, se llega a un consenso acerca de cómo se debe valorar la imagen, que se debe sentir ante ella.

Haciendo un paréntesis, quiero pensar acerca del comportamiento de los personajes “dentro” de las fotografías y preguntarme, ¿Qué es lo que llevo a los soldados y soldadas estadounidenses a torturar a sus prisioneros de guerra? ¿Qué los llevó a humillarlos de tal manera?

Se pueden pensar miles de respuestas ante estas preguntas, se puede decir que se trata de un caso de abuso de poder, de sadismo, de perversión, de odio hacia el enemigo, etc.; pero prefiero pensar, sin desmerecer a las demás posibilidades, en la influencia de una ideología superior o dominante en la subjetividad de estos soldados Yankees, factor que puede ser determinante en el comportamiento de un grupo o masa aunque este no sea muy numeroso, y para pensar esto voy a trabajarlo desde una de las tantas obras de mi tan querido Sigmund Freud llamada “Psicología de las masas y análisis del Yo”. En resumidas cuentas puedo decir que en este trabajo de 1921, Sigmund Freud analiza porqué las sociedades se mantienen unidas, recurriendo a los conceptos de libido e identificación. La gente permanece unida por lazos de amor inhibidos en su fin, desexualizado o sublimado, y porque han elegido el mismo líder como ideal del yo, se identificaron con él y por tanto se han identificado entre sí.

La psicología individual es desde un principio una psicología social, pues en la vida anímica individual aparece siempre integrado el “otro” como modelo, objeto, auxiliar o adversario. En psicología no sólo estudiamos fenómenos narcisistas, dice Freud, (que no involucran al “otro” o eluden su influencia) sino también fenómenos sociales (los vínculos interpersonales con familiares, etc.)

La psicología social o colectiva tiende a ver al individuo como parte de un grupo amplio (casta, tribu, pueblo, institución) y menos como parte de un grupo más restringido (familia). Se han intentado explicar los fenómenos de masa (grupos amplios) a partir de un instinto especial de tipo social. Pensamos que este factor numérico de grupos muy grandes no se explica por sí solo este instinto social, por lo que nos quedan considerar dos posibilidades: que dicho instinto social no es un instinto primario e irreductible, y que su origen debemos buscarlo en grupos más pequeños, por ejemplo la familia.

Ahora hay que tratar de contextualizar lo que dice Freud dentro de nuestro caso de la cárcel de Irak que de hecho es bastante sencillo de hacer. Aquí, en estas fotografías, se ven a soldados Yankees, entre ellos mujeres, ejerciendo cierto tipo de torturas tanto físicas como mentales a sus prisioneros de guerra irakíes; en la mayoría de las fotos se pueden ver a los mismos soldados (por lo que he visto son 4, dos mujeres y dos hombres) pero de hecho eran mas que un pequeño grupo de soldados. Estos soldados parecen estar en una suerte de juego macabro, se ven risueños, alegres, orgullosos de lo que están haciendo, exponiendo a veces a los prisioneros como trofeos. Es aquí donde se puede pensar el factor que determina este tipo de conductas en los sujetos (los soldados Yankees). A estos sujetos o “yoes” los vincula un lazo en común, una ideología superior a ellos, un ideal del Yo dice Freud, dígase que este ideal del Yo puede ser el discurso del presidente de los Estados Unidos, que en ese momento era Bush, también puede ser la idea de superioridad de “raza” que es muy común en los estadounidenses debido a que son una de las potencias capitalistas contemporáneas y principales exponentes del neoimperialismo; otro idea o discurso es el de que Estados Unidos lucha contra la “represión” y la los poderes del mal en el mundo, y todos aquellos que brinden lealtad a estos poderes malignos son el enemigo, un discurso religioso se puede decir, en pocas palabras se puede decir “el que esta en contra de Estados Unidos está en contra de Dios, nuestro Dios”, un discurso que se ha utilizado en otros contextos históricos para fundamentar la guerra e incrementar el poder tanto económico como territorial, algo que no es nada nuevo pero siempre funciona para unir a las masas. Por dar un ejemplo no tan lejano se puede mencionar la guerra de de Estados Unidos contra Afganistán llevada a cavo poco después del atentado a las torres gemelas cuyo culpable según lo oficial fue Osama Vin Laden. Bush dijo: “esto es una guerra religiosa y tenemos que acabar con el mal”. Curiosamente “el mal” hace varias guerras que se encuentra en los países ubicados en el medio oriente, y también curiosamente esta zona de la tierra es uno de los principales focos de yacimientos de petróleo, petróleo que en Estados Unidos después del gobierno de Clinton escasea. Esto es un hecho que da a pensar que Estados Unidos busca la manera de fundamentar la guerra sólo para obtener más riquezas, en estos casos para obtener petróleo principalmente, es una forma práctica de encontrar el consenso de batalla ante las masas y hace que estas digan “nosotros tenemos que eliminarlos”. Pero, se sabe que el “atentado” a las torres gemelas pudo haberse evitado con un margen de 15 minutos; existieron llamados a la Casa Blanca anunciando que se habían raptado los famosos aviones Boing 747 y sin embargo no se hizo nada, se produjeron los choques a las torres, al pentágono supuestamente, y “gloriosamente” se interceptó el cuarto avión que tenía como objetivo la Casa Blanca. Por decirlo de algún modo, dejaron que murieran miles de personas, que se desgarraran miles de familias, dejaron que el terror se introdujera en el “pueblo estadounidense” solo para encontrar un “si a la guerra” por parte de la masa, una guerra con fines económicos, entonces ¿quién es el mal y quien es el bien? No con esto quiero decir que los digitadores y consumadores del atentado no estén exentos de culpa, lo que quiero decir es que el gobierno de Estados Unidos no es el “bueno de la película” como se quiere pensemos.

Con este ejemplo trato de explicar cómo se puede unir e identificar a los individuos (yoes) a través de un idea provocada por una serie de sucesos seguida por un discurso (ideal del yo), y que provoca que un grupo vuelva a las condiciones mas básicas de la especia, que se remita a lo instintivo.

Volviendo al caso de la cárcel de Irak, se puede decir que este ideal del yo provoca este comportamiento de tortura a los prisioneros de guerra, se los humilla y degrada porque son el enemigo, y se les puede hacer lo que quiera con ellos porque para el grupo de soldados estadounidenses (yoes) esta bien visto, es mas se lo toma como un juego, reitero, esto es condicionado por el ideal del yo. Cabe destacar que esto no sucedió solamente aquí, sino que a los largo de la historia, en las guerras, siempre se maltrató a los prisioneros de guerra, pero la diferencia es que no existía un modo tan directo de documentar este hecho como la fotografía.

Fundamentación del soporte estético

Mi soporte estético consiste en 10 fotografías de a cárcel de Abu Ghraib intervenidas con photoshop y posteriormente dibujadas con tinta china, una caja de vidrio y un encendedor.

La intención de intervenir las fotografías es aumentar la carga dramática de éstas. El color azul y las líneas de tinta dan otra carga semántica a estas fotografías.

Para mi el azul es signo de melancolía, de tragedia, de dolor por la condición psicológica que este color frío provoca. Es por eso que decidí “teñir” las imágenes de este tinte ya que son de por sí trágicas e ícono de la perversión a la que el ser humano puede llegar; el ser humano es, a diferencia de los animales, un ser con capacidad de pensar, pero a pesar de esta capacidad no esta exento de “instintos salvajes”, pulsiones libidinales del Ello dice Freud, y es manejado por el inconciente. “El individuo es inteligente y moderado, pero la masa es torpe y sólo responde a un ideal común”.

Las líneas dibujadas con tinta viene a representar las huellas némicas o de la memoria ubicadas en inconciente, depositadas ahí para que el aparato psíquico del sujeto o los sujetos pueda “librarse” de tensiones a través de mecanismos de represión, para poder existir lo mas “normalmente” posible, es decir, dentro de los parámetros de normalidad que la sociedad o cultura establecen. ¿Por qué quise representar esto? Porque la sociedad se olvida de las atrocidades de la guerra, “felizmente nos olvidamos de las cosas” dice Freud, pero estos recuerdos no desaparecen, sino que están en nuestra mente, en nuestro inconciente y de alguna manera directa o indirecta se manifiestan. En este caso, la masa o cultura vendría a ser una suerte de gran individuo, y estos hechos atroces de la guerra vendrían a ser los recuerdos que hay que olvidar. Este “gran individuo” es representado por la caja de vidrio y el encendedor (el fuego) representa a los mecanismos de represión que este posee para olvidar sus malos tragos.

La idea es depositar las fotografías dentro de la caja de vidrio y quemarlas como simbología de lo que acabo de decir. Yo particularmente elijo no quemarlas para que se recuerde la maldad a la que el hombre puede llegar, como puede llegar a maltratar a seres de su misma especie por una ideología, por la guerra; pero queda la posibilidad, aquel que quiera quemarlas, olvidar, reprimir, es libre de hacerlo.

lunes, 31 de agosto de 2009

ha ha!!! una opinión que muchos comparten conmigo... pienso que el atentado a las torres gemelas no fue más que un auto- atentado hecho por el gobierno de los estados unidos, hablando mal y pronto "se dejaron voltear las torres" para tener un motivo de guerra... muy parecido a lo que pasó en Pearl Harbord en 1941...

La guerra es de gran ayuda para el capitalismo...





by chinoxix...
Durante varios años que me vengo haciendo algunas preguntas... preguntas que surgen al contemplar cierto tipo de imágenes... imágenes como por ejemplo de escenas de asesinato, de los desastres de la guerra (principalmente la segunda guerra mundial que es de lo que mas he visto) o del tan famoso 11 de setiembre... algunas de las preguntas que surgen son ¿por qué una imagen cruenta me es indiferente? ¿por qué no reacciono como la mayoría de la gente lo haría ante este tipo de imágenes? ¿por qué simplemente no reacciono? ¿seré una persona insensible ante el dolor ajeno?...

Algunas respuestas mejor se las dejo a mi psicólogo, pero es hoy que puedo dar fe, tras la lectura de Sontag, de que es el mundo mediático el que me ha vuelto insensible ante este tipo de imágenes, para ser mas preciso, es la televisión la que me ha aburrido gracias a sus constantes bombardeos visuales y la no medición de sus contenidos con tal de obtener un punto de raiting...

Puedo contar una anécdota...

La mañana del 11 de setiembre del 2001 por algún motivo estaba en mi casa a la mañana, cosa que no era habitual ya que a la mañana asistía la escuela (habrá sido un sábado o un domingo, no lo recuerdo)... Escucho por la radio que una "avioneta" había chocado con una de las dos torres gemelas (debo admitir que no tenía conocimiento de estas torres hasta entonces)... bueno... decido encender el televisor para buscar información en algún noticiero sobre este hecho tan curioso, busco entre los canales y ninguno transmitía información sobre esto, hasta que "llego" a CNN, allí estaban transmitiendo videograbaciones acerca de lo ocurrido y la verdad era de lo mas espectacular, parecía una escena de una película de Hollywood; bueno, ya se sabe lo que pasó después, se estrelló otro avión en la segunda torre, las torres aguantaron un rato y después colapsaron...

Por todos los canales de la televisión se transmitieron fotos de gente "estampada" en el suelo tras tirarse de alguna de las torres, o de extremidades de cuerpos esparcidos por todas partes, y por mas morboso que suene debo decir que me daban un poco de gracia luego de verlas tantas veces...

A lo que quiero llegar con la citación de esta anécdota es que en cierto modo tras la excesiva carga visual de hechos "crudos" como los del 11/9 transmitidos por la televisión o internet, el hombre (en este caso particular, yo) pierde la sensibilidad moral ante el sufrimiento ajeno, volviéndolo en cierta medida en un ser egocéntrico...







by chinoxix...

miércoles, 12 de agosto de 2009

a ver...

Se nos dió la dificil tarea de elegir el artista que mas nos guste... ¿por qué dificil? la respuesta a esta pregunta es porque es complicado no sentir admiración al apreciar la obras artistas, ya sean estos consagrados o no, y no sólo de las artes visuales, sino también de otros ámbitos o generos artísticos como la música, literatura, cocina etc.

Particularmente siento un gran interés e intriga por el arte clásico renacentista, como le sucedía a Salvador Dalí, cuyas técnicas de pintura eran las mismas que utilizaban los grandes maestros como Leonardo Da Vinci, Rafael, entre otros... Este en uno de los motivos por lo que este artista me resulta tan singnificativo, pero el motivo principal por el que considero a Dalí uno de los mas grandes de la historia del arte es que fue uno de los principales representantes del surrealismo o super realismo, movimiento de vanguardia del siglo XX que, en sintéticas palabras, se basó en el psicoanálisis de Sigmund Freud (teoría de la cual estoy muy pendiente) para poder representar las manifestaciones del inconciente sobre una soporte bidimensional o tridimencional. Dalí además fue un ferviente lector de la teoría sobre la interpretación de los sueños, una de las bases para crear su modelo crítico-paranoide en pintura...

Fuera de conceptos y de teorías, la obra de este artista me frenetiza por la originalidad, el simbolismo, la genialidad y la imaginación para descomponer y provocar ilusiones ópticas aplicada en ella... un exquisito goce para la vista y para la estimulación de nuestras mentes...

Mas allá de toda crítica que este personaje tuvo y puede tener, creo que es el artista mas intrigante, misterioso, innovador y excelente de los que conozco y sólo unos pocos se le acercan en su descaro y complejidad...




by chinoxix...